En mi corazón crece la espina,
creciendo enredaderas de heridas,
mueren poco a poco sus flores de misterio
quedan solo los helechos llorones llenos de lamento,
su agua no nutre sus raíces,
solo crecen troncos malformados
de aparentes esperanzas,
todo se vuelve necio a sus tallos,
subiendo hasta lo alto,
condenando a sus ojos parajes destruidos.
Sus jardines arrancados solo
quedan la huella de los cimientos secos
y en terrenos escabrosos yacen en la tierra sus últimos capullos.
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