lunes, 12 de octubre de 2009

La melancolía del ayer

La melancolía del ayer
está renuente para abandonar mi cama,

persigue los mismos pasos,
que han dejado huellas etéreas en mi cuerpo,
se aferra fuertemente a la lluvia en las ventanas,
pidiendo a los truenos que sucumban mi espíritu.

No soporta cuando sonrío levemente
esos golpes de alegrías que el destino suelta sin aviso,
que revelan los finos esbozos de la suerte traviesa,
sabe en su insolencia que las mismas dolencias de hace años,
han pintado esos árboles púrpura que desgajan visiones fugitivas,
sabe también que mis ojos siguen húmedos
de la tristeza que embarga mi esperanza.

La melancolía de ayer sigue presuntuosa en su futuro,
me ha tejido ciertos versos,
que repiten nuevamente en cada estación que azota a mi sueño,
ella tira de vez en cuando las cadenas,
cuando dejo de mirar mis heridas, que siguen abiertas,
ofreciendo la vida por una medicina.

La melancolía del ayer,
se pone capa y sombrero cuando monta su carroza,
para lucir sus riendas hechas de lamentos
de promesas olvidadas en castillos perdidos en la sombra,
sombra de esas lagrimas que esgrimen estatuas mudas llenas de misterio,
donde las flores plateadas de su corazón han callado sus miradas,
perdiendo esas palabras de alas tornasoladas.

Esa melancolía se detiene oscura,
mira atrás para encontrar los escombros de mis anhelos,
que han quedado en camino levantando sus brazos, rogando clemencia;
pobres ellos ¡sus rostros están grises!,
trato de socorrerlos en un intento de escape,
pero se remolca en una lucha airada.

Ahora ella se regocija,
de las marcas en mi rostro tan profundas como ríos,
señala el mapa de su recorrido adentrándose a sus rebeldes corrientes,
surcando las cumbres de esos ecos de vuelos de pájaros,
avanzado lentamente a oleos de recuerdos,
conquistando terrenos desconocidos
que ni siquiera su dueño reconoce su llamado.

¡Melancolía del ayer!
¿Cómo penetraste mis raíces?,
Ya no reconozco qué parte de mis versos no tienen tu febril esencia,
que pulula como mariposas amarillas contagiando todo de un color sangría;
Sabemos que derrumbaste mi fortaleza tirando sus pedazos en lagos de silencio
sabemos también qué rima mejor el brillo de mis ojos
cuando tu manto reposa entre la niebla

Melancolía del ayer
no puedo evocar tu belleza ,
ruinas posaste en la dicha,
eres como una maleta vieja,
ya conozco todos sus bolsillos donde guardar mis disfraces
llévame en tu viaje, para que en la distancia
olvide esos surcos que me han dejado tu presencia .

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