sábado, 10 de abril de 2010

Inhabitados




Devastando auroras, caminado vagamente entre las dunas de la soledad,
bordeé mis sueños entre el hilo de oro cocido en la nubes,
pedazos de luna derretidos en la arena blanca.
Si, lo sabía, el eterno amanecer del vapor almidonado que contamina la fantasía.


Su espesura reinaba entre los rincones (inhabitados),
me revelaban, que aunque mis ojos fueran discretos,
buscaban con mesura cada parte de tu cuerpo, cada sombra,
cada registro (inhabitado) de nuestro encuentro juntos.
Las huellas desaparecidas de la inocente visita,
el eco de la caricia (inhabitada) de recuerdo,
era, eran las mudas sinfonías que rayaban de amarillo la estela,
empañando el vuelo del mañana.

Parecían que los momentos gritaron, al eternizar las miradas,
al fenecer de un encuentro no planeado,
y así fue, fuimos el esbozo de las sonrisas discernidas,
manchadas de unos “te quiero” ondulados, sigilosos titilantes

Impacientes se fueron colando los segundos, de un “tú y yo” encadenado,
un enramado de suspicacias frágiles
de unos tanto “te pienso” y florecidos “te extraño”

Inhabitados, vivimos sin serlo,
devastando auroras, conquistando ocasos,
enredando violetas y coronado estrellas


Inhabitados “sin tú y yo” (fantasmas)

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