
cada repartir de las odas del viento
acudiendo al transcender, al irónico placer,
el batallar en la huella resarcida.
Desperdigada en la locura … Al lucero venidero.
Y las alas quebradas …
dobladas
guardadas
Cada intento de vuelo, pudriéndose en la gaveta
y las polillas lloran en silencio
(es que el sabor les causa comezón)
Y fue: el minúsculo rodar en el acantilado
entre sus grutas eternas y oscuras,
el eco desmenuzado del tronar de unos huesos…
repicando
retumbando
Y nada: los despojos de una piel gris,
salada en la sombra donde los moscos
buscan el anidado secreto del “fue” revuelto…
cubierto
enterrado
Todo:
El acelerar de los recuerdos,
sus agrietados momentos, colados, tamizados por el
frenesí de la vida